Carlos Salcedo
Recientemente la destacada periodista Alicia Ortega denunció las amenazas que, contra su integridad física, hicieron internos desde la Penitenciaría Nacional de La Victoria, por un reportaje en el que esta mencionó a Matías Avelino Castro, acusado del ser el autor intelectual del asesinato del comunicador José Silvestre.
Según el reporte anual de Reporteros sin Fronteras, la República Dominicana ocupa el puesto 59 de 180 países en libertad de prensa (2017).
Para garantizar la libertad de la prensa y la consolidación del periodismo de investigación, por su contribución a la democracia, los actos represivos y las amenazas de que son objeto periodistas por parte de la delincuencia precisan de una mayor atención de los organismos de seguridad e investigación del Estado.
La labor de reportar los acontecimientos de manera objetiva debe ser protegida e incentivada para que se desarrolle y expanda, más ahora en la llamada sociedad de la posverdad, en la que abundan las noticias falsas, las intimidaciones para que la verdad de los hechos quede oculta y en la que la apelación a la emoción y las creencias personales son más influyentes que los hechos objetivos en la formación de la opinión pública.
El mensaje y acciones de la autoridad deben ser claros y firmes con un no a la impunidad y que los intentos de silenciamiento de los periodistas son inaceptables en una sociedad organizada democráticamente.
El disuasivo para quienes pretenden amedrentar a los comunicadores objetivos de noticias y atentan contra la libertad de prensa debe ser un sistema de prevención del crimen y de justicia eficaces.
Las denuncias hechas por profesionales de la comunicación periodística deben ser tomadas muy en serio, actuando siempre con la mayor prontitud y eficacia, como creo que lo ha hecho el Procurador General de la República en el caso de Alicia Ortega, quien luego de su reunión con el funcionario ordenó una investigación inmediata y las medidas de seguridad necesarias para garantizar la vida de tan valiosa profesional del periodismo, cuya profesión en una sociedad abierta, y que promueve el libre flujo de información, es fundamental para el desarrollo nacional.