La República Dominicana se consolida como destino líder en el Caribe, pero protegerlo depende de todos
Por Milton Camacho
La República Dominicana es mucho más que un destino de sol y playa. Es cultura, historia, música, gastronomía y hospitalidad. Cada año millones de visitantes llegan atraídos por el azul turquesa del Caribe, la calidez de su gente y la diversidad de experiencias que ofrece la isla. El país se ha consolidado como líder turístico en la región, siendo reconocido internacionalmente por la calidad de sus servicios y la belleza de su entorno natural.
Desde el norte hasta el sur, la geografía dominicana deslumbra. Puerto Plata, con sus montañas y teleférico, combina mar y cultura. Punta Cana, reconocida mundialmente, brinda lujo y entretenimiento. Samaná, con el avistamiento de ballenas jorobadas, conecta al turista con la naturaleza en estado puro. Barahona y Pedernales, en el sur profundo, ofrecen un turismo ecológico y aventurero que complementa la oferta tradicional.
Sin embargo, el éxito turístico no puede darse por sentado. La sostenibilidad se ha convertido en el gran reto del presente y del futuro. El cuidado del medioambiente, la preservación de los recursos naturales y el respeto a las comunidades locales son factores esenciales para que la industria continúe siendo una fuente de desarrollo. Una playa contaminada, un monumento descuidado o una mala experiencia de servicio pueden dejar huellas negativas más profundas que cualquier campaña de promoción.
El turismo representa más del 15% del Producto Interno Bruto (PIB) y es el mayor generador de divisas del país. Detrás de estas cifras hay realidades humanas: familias que dependen del trabajo en hoteles, restaurantes, agencias de viajes, transporte, excursiones y artesanía. Cada turista que pisa suelo dominicano deja un impacto directo en la economía, desde el taxista que lo recibe en el aeropuerto hasta el pescador que abastece un restaurante frente al mar.
Pero para que este ciclo positivo se mantenga, es necesario el compromiso de todos. Las autoridades tienen la responsabilidad de garantizar seguridad, infraestructura y regulaciones que promuevan un turismo responsable. Los empresarios deben invertir en calidad, innovación y prácticas sostenibles. Y los ciudadanos, con acciones simples como mantener limpias las calles, ofrecer un trato cordial y respetar los espacios públicos, se convierten en embajadores de la mejor versión de nuestra nación.
Cuidar el turismo es cuidar la imagen de la República Dominicana en el mundo. Significa proteger nuestra identidad cultural, nuestro patrimonio natural y nuestra reputación como destino hospitalario. En un escenario global donde cada país compite por atraer visitantes, la diferencia la marca la experiencia vivida: un turista satisfecho se convierte en el mejor promotor de nuestro país.
El turismo es nuestra ventana al mundo y nuestro motor de desarrollo. Preservarlo es garantizar el presente y asegurar el futuro. Porque al final, cuidar el turismo es cuidar lo que somos, lo que ofrecemos y lo que soñamos como nación.





