“Hanna te amo, atentamente Davinci”, escribió alguien, se supone fue un joven enamorado, quien en la pared de enfrente de la casa de Manuel Salvador Gautier dibujó un corazón atravesando una flecha. Este simple acto de amor ha sido la inspiración de lo que aún está en proceso y será una novela.
De lo simple se puede crear algo extraordinario, pero es la preparación lo que determinará el éxito, asegura el escritor merecedor del Premio Nacional de Literatura 2018.
Desde pequeño Manuel Salvador Gautier se interesó en los libros, solía leer los de ‘cowboy’ y novelas de la revista Argentina infantil-juvenil Billiken, pero es hasta el sexto curso donde comienza a interesarse en novelas con contenidos más profundos, gracias a una maestra de literatura que le puso como asignación leer la obra ‘Marianela’, del escritor Benito Pérez Galdós.
“Eso me interesó muchísimo, de tal manera que comencé a leer novelas de ese tipo. Leí todas las de Alejandro Dumas, varias de Julio Verne, en esa época. Más adelante me interesaron mucho los rusos, en específico León Tolstói con su novela la Guerra y la Paz, que fue para mí un libro fundamental, que trata sobre la guerra civil de Rusia pero con unos personajes extraordinarios, libro que es un tanto grueso, pero se lee muy fácil”, comenta.
Al verle ahora, un gran escritor y extraordinario ser humano, se pudiera pensar que nació escribiendo, pero no, aunque esa siempre ha sido su pasión fueron varios los intentos, antes de publicar su primer libro.
El inicio de una gran historia
“A los 14 años intenté escribir mi primera novela, estábamos en la Segunda Guerra Mundial y el país le había declarado la guerra a Alemania, salió en la prensa que un submarino alemán estaba refugiado en la playa de Puerto Plata, a mí se me ocurrió pensar en cómo reaccionarían los funcionarios de ese entonces frente a esta situación, ya que tenían un enemigo en su territorio, y comencé a escribir pero no terminé porque no tenía la preparación necesaria”, dice y se ríe.
Puede parecer increíble, pero Medicina fue la primera carrera que decidió elegir. “Yo provengo de una familia burguesa, por eso todos teníamos que tener una profesión, por lo que siguiendo los pasos de mi abuelo Bienvenido Salvador Gautier quien era muy querido por la gente porque ayudaba a los necesitados, fui a la universidad de Cornell en Nueva York a estudiar medicina, carrera que solo cursé durante un año, porque eso no era lo que me apasionaba”.