En los mítines es donde Trump, de 77 años, hace ademán de bailar, lanza sus famosas gorras rojas a sus seguidores, critica a diestra y siniestra, se burla de la edad de su rival, aunque sólo le lleva cuatro años, y le imita, como si estuviera aturdido y angustiado.
Donald Trump abandona temporalmente este miércoles el banquillo de los acusados para dar dos mítines, los primeros desde el comienzo de su juicio en Nueva York.
El expresidente republicano y candidato a las elecciones aprovecha una breve pausa en las audiencias penales para ir a Wisconsin, un estado rural del norte del país y uno de los más disputados de su duelo electoral con el demócrata Joe Biden en noviembre. Será a primera hora de la tarde.
El segundo mitin, a las 22H00 GMT, está previsto en la pista de un aeropuerto de Michigan. Esto le permite aterrizar directamente al pie del escenario con su avión personal, mientras suena música patriótica.
Según el equipo de campaña de Trump estos mítines permitirán al expresidente “marcar el contraste” entre su primer mandato “y la presidencia fallida” de su rival demócrata.
Serán como un soplo de aire fresco, lejos del tribunal de Manhattan donde lleva dos semanas siendo juzgado por un caso de pagos secretos a una exactriz porno.
“DON DORMILÓN”
Las idas y venidas del tempestuoso septuagenario en la corte parecen haberse convertido en una especie de rutina.
El republicano comienza y termina cada día de audiencia con declaraciones que aprovecha para hablar un poco de todo, desde sus reveses judiciales, la situación económica de Estados Unidos, el cumpleaños de su esposa o el frío que dice pasar en el tribunal.
En el interior de la sala del tribunal, Trump permanece en silencio e impasible.
Ante la multitud de testigos que participan en el juicio, a veces parece aburrirse e incluso adormilado.
Su clan también muestra grietas. Hasta ahora sólo su hijo Eric ha acudido a apoyarlo personalmente en los tribunales.
“Odia estar en el tribunal, donde es un acusado penal más. No tiene el control y no está al mando”, afirma el politólogo Larry Sabato. Algo que el juez Juan Merchan le recuerda constantemente.
Durante un receso del martes, se vio al republicano resoplar.
Los reveses del multimillonario son pan bendito para el equipo de campaña de Joe Biden, que le puso el apodo de “Don Dormilón”.
Una forma de vengarse, después de que Trump llamara a su rival “Joe el Dormilón”.
Este juicio coincide con un avance de Joe Biden en las encuestas sobre la intención de voto, en las que ahora figuran empatados.
GORRAS ROJAS
Pero Donald Trump y sus seguidores también aprovechan el interés de los medios por el juicio para hacer campaña.
Con esta idea en mente, el republicano estará en Wisconsin y Michigan.
Son sus primeros mítines desde el comienzo del juicio. El único otro previsto fue cancelado por las condiciones meteorológicas.
En los mítines es donde Trump, de 77 años, hace ademán de bailar, lanza sus famosas gorras rojas a sus seguidores, critica a diestra y siniestra, se burla de la edad de su rival, aunque sólo le lleva cuatro años, y le imita, como si estuviera aturdido y angustiado.
Es su manera de recordar que Biden también afronta dificultades por su edad.